“DIOS NO QUIERE TU VIRGINIDAD”
14.5.19Flórence Franco
¿Eres virgen? ¿Consideras la virginidad un “tesoro precioso” y estás comprometida en guardarlo a siete llaves hasta el matrimonio? ¿Eres del tipo que no oye las presiones de las amigas “diferentes” y, no importa cuánto te rotulen, estás decidida a mantener el padrón bíblico de pureza sexual? Si tu respuesta fue afirmativa para cualquiera de estas preguntas, debe estar tan asustada como yo misma, al leer la afirmación que da el título a este artículo.
Me sorprendió ese título en la línea del tiempo de una amiga meses atrás. ¡Pronto, confesé!... el título no es fruto de mi originalidad ni del lado polémico que vive dentro de mí. Lo tomé prestado – razón de estar entre comillas. Cuando leí este título, conociendo bien el perfil de la autora original y sabiendo de sus luchas como consejera cristiana de jóvenes y adolescentes, ya imaginé lo que ella tenía en mente. Resumidamente, mi amiga escribió sobre su indignación ante los discursos sobre virginidad que no son acompañados por una vida de pureza sexual como nos orienta la Palabra de Dios.
Un fragmento de lo que ella escribió:
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Una cuestión en particular ha pesado en mi corazón: la gente está usando el anillo de pureza, haciendo votos de castidad y otras promesas para Dios que garantizan la virginidad hasta el matrimonio. ¡Lindo, si no fuera trágico! El problema es que están prometiendo sólo el himen y no la pureza y santidad que Dios exige.
Y entonces vuelvo con la primera pregunta que te hice: ¿eres virgen? Si su respuesta es “¡Sí, yo soy virgen!”, Vamos a pensar juntos lo que quiere decir y cuánto estás – o no – glorificando a Dios con tu virginidad.
Si eres virgen pero no pierdes la oportunidad de ofrecerte a los chicos, sea por las ropas que usas – mostrando más piel de lo que debes o destacando “todas” tus curvas – sea por tu “forma mansa” de hablar, por el modo como miras o por los “selfies” que compartes... debo alertarte:
Dios no está interesado en este tipo de virginidad.
Si eres virgen en el mundo real pero descubriste en la privacidad del mundo virtual – chats, pornografía, juegos eróticos... – la alternativa para saciar tu apetito sexual, sin correr el riesgo de ser descubierta... cuidado:
no entendiste que para Dios, en el momento, tu virginidad no tiene ningún valor.
Si eres virgen, estás saliendo con un chico que también es cristiano, pretendes casarte con él e incluso han hecho un pacto de pureza, pero juntos percibieron que no es tan fácil mantener el marcador en 0 x 0 y, poco a poco, fueron descubriendo que caricias más audaces y conversaciones más picantes podrían dejar el noviazgo más interesante... y desde entonces vale “casi todo” cuando se quedan solos... lo lamento:
tú “casi” entendiste cómo glorificar a Dios con tu virginidad, pero no entendiste.
Si eres virgen, tímida, nunca hiciste mal uso del internet, no tienes un novio, eres romántica y soñadora, te quedas pensando todo el día en que el “príncipe” vendrá a tu encuentro y ustedes serán felices para siempre... ops, ¿Yo dije? ¿“Soñadora”?... Tal vez tan soñadora que ya no puedas controlar las propias fantasías. Y, en el mundo de las fantasías, incluso las más tímidas y románticas, no siempre son tan puras y correctas. ¿Cuál es el contenido de tus pensamientos en esta vida paralela? ¿Tú “todavía eres virgen” en tus fantasías? No te engañes... pero,
es mejor que sepas que Dios está más interesado en restaurar la pureza de tu mente, que en oír de tu boca una promesa de castidad.
Espero sinceramente que no te identifiques con ninguno de estos perfiles. Pero no los ignores; son reales y demuestran cómo las trampas de Satanás pueden engañarnos y desviar nuestra atención de lo que realmente importa para nuestro Dios. También no estoy disminuyendo el valor de la virginidad, pues ella es parte fundamental en el plan divino para el matrimonio. Sólo estoy diciendo que
la virginidad y la pureza sexual necesitan caminar juntas; una no tiene sentido sin la otra.
Pablo lo dejó muy claro cuando escribió:
“Por lo demás, hermanos, les pedimos encarecidamente en el nombre del Señor Jesús que sigan progresando en el modo de vivir que agrada a Dios, tal como lo aprendieron de nosotros. De hecho, ya lo están practicando. La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido. Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad; por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre, sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 4.1, 3-8)
Pablo no pasó tiempo haciendo una lista de lo que él llama “inmoralidad”, pero entendemos perfectamente lo que él dijo. No debemos involucrarnos en cualquier tipo de prácticas o pensamientos que despierten deseos sexuales – en nosotros o en los demás – que no se nos permita satisfacer fuera del matrimonio. Esto es mucho más que desfilar por ahí con una camiseta de campaña, o mostrar un anillo de compromiso, o publicar discursos impactantes en redes sociales.
La pureza sexual se muestra por una vida de deseos controlados, incluso cuando no hay nadie cerca y hasta donde el acceso es restringido, como por ejemplo el campo de los pensamientos.
Soy consciente de que vencer las llamadas del mundo sobre el sexo y las reacciones naturales de nuestro propio cuerpo no es tan simple. Hasta parece que Dios está exigiendo algo que va más allá de nuestra capacidad; pero eso no es verdad. Él no espera que nos lancemos solos, sino que aprendamos a depender de Él en nuestra debilidad. La lucha no es fácil y, en muchos casos, una victoria no significa victoria definitiva. Pero cuando recurrimos a la fuerza de Dios y estamos decididas a vivir para agradarle, lo glorificamos por medio de la lucha, aunque ocurran fracasos en medio del camino. Por lo tanto, no desista, no se entregue.
Ahora, si estás más preocupada por tu virginidad que en vivir para la gloria de Dios, eso es una señal de “virginidad falsificada”. Dios no está más preocupado en que sus hijas se casen vírgenes y sí en que se casen “puras”.
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Texto original en portugués del blog Conselhos Para Meninas, traducido y editado con permiso por el equipo del blog Chicas en la Verdad.
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