LO QUE EL SILENCIO NOS ENSEÑA SOBRE LA PACIENCIA

26.3.19

Julia Distler

Por más que la globalización, el avance de la tecnologia y el acceso a internet traen muchos beneficios como la facilidad de comunicarse con personas que están lejos y popularizar el alcance de la información, la rapidez con la que hemos procesado diversas ideas y acontecimientos puede traer prejuicios. Pero hoy quiero enfocarme solo en uno de ellos, la impaciencia.

Una encuesta hecha por la University of Southern California muestra que todos los días la cantidad de información que recibimos equivale al contenido de 174 periódicos. Ese número es 5 veces más de lo que en 1986, que equivalía a 20 periódicos. Imagina cuan cansada te quedarías después de mirar con cuidado y revisar si lo que leiste de esos 174 periódicos es real, todo eso en solo un día.

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Ese bombardeo de informaciones en todo momento hace con que deseemos respuestas para el ayer, ya que nuestra mente está cada día siendo entrenada a tener todo con apenas un clic. La cuestión es que Dios siempre fue un Dios de procesos y eso no quiere decir que él no pueda darte una respuesta instantánea, como muchas veces él da, pero siempre hay propósitos en la espera.

Hice una lista abajo de cuatro ejemplos de narraciónes bíblicas que puedes estudiar más a fondo y que reflejan esa verdad:

1. La creación: Un Dios omnipotente, omnisciente y omnipresente podría haber creado todo el mundo en un chasquido. Pero le llevo 7 días hacerlo (Génesis 1)

2. Sara se quedó embarazada y concibió a su hijo en la vejez, mucho tiempo después de que Dios le hiciera esa promesa a Abraham su marido (Génesis 21)

3. La construcción del templo de Salomón llevó siete años para ser terminada con lindos detalles hechos para la gloria de Dios (1 Reyes 6)

4. El silencio entre el Antiguo y el Nuevo Testamento conocido como periodo Interbiblico. Fueron 400 años de silencio en el que Dios no se comunicó con su pueblo.

Sea después de siete días, siete años, toda una vida o hasta 400 años históricos, Dios no falló con su pueblo.

Dejando de mirar ahora para una perspectiva histórica y mirando para tu vida, yo te animo a reflexionar con estas dos preguntas:

  • ¿Cuanto confías en que ese mismo Dios es el que hoy escucha tus oraciones?
  • ¿Cuanto confías en su voluntad, inclusive en los momentos de silencio y espera?

Muchas veces dejamos de abrir nuestras biblias e invertir en nuestra relación con Dios. Permitimos que la espera debilite nuestra fé cuando el propósito de pasar por eso es completamente lo contrario.

John Charles Ryle, pastor anglicano que vivió entre 1816 y 1900, escribió en su libro Cristianismo Práctico, las siguiente palabras:

“No piense que usted está recibiendo algún bien de la Biblia, solo porque usted no ve ese bien en su día a día. Los mayores efectos no son de forma alguna los que tienen más ruido, y son más visibles. Los mayores efectos son generalmente silenciosos, quietos y difíciles de detectar en el momento en que están siendo producidos. Piense en la influencia de la luna y la tierra, y del aire en los pulmones humanos. Recuerde cómo silenciosamente el rocio cae, y no percibimos como el pasto crece. Debe haber muchas más cosas siendo producidas en su alma por su lectura bíblica” (J. C. Ryle, Cristianismo Práctico, 136)

 

No pierda la esperanza, Dios está más cerca que el aire que respiramos.

Continúe encontrándose diariamente con Él, quien escucha su voz. No dejes que la prisa y la impaciencia de los tiempos modernos aleje tu relación con Dios.

Comenta abajo...
¿Cuanto el exceso de información, te distrae de tu relación con Dios?
¿Has dejado que la impaciencia y la aparente falta de respuestas te impidan de realizar un tiempo devocional?
¿Qué medidas practicas consideraras para cambiar eso?

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Texto para lectura en portugués.

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