SEA COHERENTE Y A LANZARSE

20.6.19

Marília Berti

Imagina un viaje todo pago para poder ir a una playa maravillosa. Al llegar allá, tú te quedas encantada con aquel hermosisimo mar de aguas cristalinas y con el cielo que te deja de boca abierta de tanta belleza. Mientras caminas por la arena, te dan muchas ganas de entrar al mar y dar un zambullido. Pero, al mismo tiempo que te dan esas ganas, también te haces muchas preguntas. ¿No será mejor quedarme en la playa? ¿Será que no hay otros lugares mejores que este mar? ¿Será que vale la pena lanzarse? Entre otras muchas dudas. Tienes muchas preguntas y te dejan bien confundida al punto en que decides que es mejor quedarte a la orilla del mar.

Bueno, esa escena ha estado en mi cabeza los últimos días. Conozco muchas chicas que están frente al mar, que envidian a otras que se están divirtiendo en él, pero porque no quieren lidiar con todo lo que significa lanzarse, y por varias dudas, prefieren quedarse sentadas en la orilla.

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Como ya te debes imaginar, no estoy hablando realmente de la playa y del mar, estoy hablando de nuestra relación con Dios. Cuantas jóvenes hoy conocen a Dios, saben que la vida con Él es mejor, pero por no tener la disposición de querer estudiar y practicar lo que la Biblia dice, prefieren no profundizar esa relación con él. Chicas que prefieren decir con la boca que la vida con Dios es maravillosa, pero que al mirar sus actitudes, la verdad, están bien lejos de Él. Chicas que prefieren admirar otras vidas que disfrutan de una relación íntima con Cristo de que tener sus propias vidas íntimas con Él. Sí, así es... muchas chicas actúan con incoherencia (dicen algo, pero viven otra cosa). Lo mismo pasó hace años atrás con los discípulos de Jesús. Ellos ya caminaban con Cristo por varios meses, pero todavía no demostraban coherencia en sus actitudes. ¿Sabes quien les exhorto sobre eso? Sí, el mismo Jesús.

Jesús estaba haciendo un gran discurso en un monte cuando dio la vuelta, miró a sus discípulos y les pregunto:

“¿Por qué ustedes me dicen: Señor, Señor y no hacen lo que digo?” (Lucas 6.46a)

La intención de Jesús con esta pregunta era bien simple: Él los estaba llamando a una vida coherente, porque no servía de nada estar en la playa y no entrar al mar. Y la exhortación continua:

“Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida. Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos. Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó, y el desastre fue terrible” (Lucas 6.47-49)

Jesús, hace de su discurso profundo algo extremamente claro. Usando la ilustración de los constructores. Él muestra a sus discípulos que vivir una relación con el Salvador es ¡escuchar y practicar lo que Él dice!. Quien escucha la Palabra de Dios – que es la “roca” a la que el texto se refiere – tiene su vida bien fundamentada, no importa lo que pase, la intensidad o tiempo que va a durar la tormenta, ella permanece firme. ¿Y sabes porque? Porque eso es una consecuencia en la vida de alguien que decide salir de la playa y lanzarse. 

¿Quien no quiere tener una vida más profunda con Dios? Todas queremos, la cuestión es que para eso, necesitamos parar de dar excusas y movernos en dirección hacia Él. Eso requiere que lo conozcamos y que practiquemos lo que Él dice. Eso significa negar lugares, amistades y determinadas acciones para renovar nuestra mente con la Palabra de Dios. Eso significa tener actitudes que Él quiere que tengamos, igual aunque sea difícil y las preguntas nos asusten.

Querida lectora, ¿que te ha impedido de lanzarte en el mar de la gracia de Dios y actuar de forma coherente? ¿Será que son preguntas mentirosas? ¿Es una relación o varias? ¿Es un noviazgo? ¿Son las redes sociales? ¿Es la pereza? Es algún pecado que no quieres dejar de practicar? ¿Qué es?

Thomas S. Rainer y Erick Geiger en el libro “Iglesia Simple” nos dejan una frase que impacta mucho: “Fácil y sin esfuerzo”. El mar delante de nosotros no es fácil. Él tiene olas muy altas y agitadas y será necesario mucho esfuerzo para nadar. Pero, Dios promete estar siempre con nosotras, ayudándonos a nadar en ese mar, que es de Él mismo. Por eso, pare de llamarlo “Señor” sin escuchar y practicar lo que Él dice, ¡sea coherente y a lanzarse!

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Texto original del blog Conselhos Para Meninas, traducido y editado por el equipo del blog Chicas en la Verdad.

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